25 noviembre 2009

Jorge Luis, Wichy, Rodrigo Kuang y yo. O nosotros, los sobrevivientes

Nos conocimos una mañana de septiembre de mil novecientos ochenta y pico. Era el primer día de clases en la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán. Yo comenzaba en segundo año y él en primero. Los reincidentes solo teníamos tiempo para abrazarnos y ponernos al día, después de haber estado sin vernos durante todo el verano. Según él me cuenta, alguien le dijo quién yo era.
Esta parte de la historia a mí se me había olvidado y la recuperé gracias a él, porque mi más viejo recuerdo suyo era en otra parte: en el proscenio del teatro Miramar, escondido detrás de sus sempiternas gafitas a lo John Lennon, recitando en voz alta un homenaje suyo a Aquiles Nazoa con una agenda soviética entre las manos.
–¿Me dijeron que aquí el fanático de Silvio eres tú? –dice que me dijo. Y yo seguramente que asentí, porque en aquella época blandía las creaciones de Silvio Rodríguez con necio fundamentalismo. “Causas y azares”, “No hacen falta alas” y “Monólogo”, entre muchas otras, fueron la contraseña de nuestra amistad.
Me veo claramente, delante de las cúpulas de Artes Plásticas, junto a Jorge Luis, abrazados con nuestras novias de entonces, gritando a voz en cuello “¡un helado gigaaaaante!”, mientras Silvio daba un brinco para ponerle fin a uno de aquellos conciertos que él hacía en la escuela año tras año.
Pero más que el teatro y nuestro fanatismo por Silvio, creo que lo que mejor nos unió fue la poesía. Los dos empezamos a garabatear versos al mismo tiempo y nos leíamos aquellas primeras cosas una y otra vez, hasta que se convertían en una obra colectiva de tanto manoseo.
Justo por la poesía y en homenaje a Luis Rogelio Nogueras, un ingenioso poeta cubano que murió por aquellos mismos años, Jorge Luis comenzó a tener otros nombres. Cuando volvimos a encontrarnos (aunque nunca más nos hemos visto) se llamaba Rodrigo Kuang y ya vivía en Hermosillo, México.
A través del Facebook hemos vuelto a tener conversaciones muy parecidas y muy diferentes (los años no pasan por gusto) a las de la época en que nos hicimos muy amigos. Aunque ahora tenemos dos islas, un golfo y un desierto de por medio, nuestros puntos de vista nos mantienen muy cerca y a menudo celebramos más de una coincidencia.
Wichy sigue haciendo mil cosas (poesía y teatro incluido), pero Rodrigo es el autor de Habana Memorias, un blog que sigo con adicción y que me llena de orgullo haber instigado. No sé cuándo nos volveremos a ver, a lo mejor eso nunca más sucede, pero por ahora me basta con oírle a menudo, diciendo cosas inteligentes o cualquier bobería.
Hay otra cosa. Hoy, como ayer, tanto para él como para mí, el tiempo está a favor de los pequeños.

10 comentarios:

Rodrigo Kuang dijo...

Miherma... ¿qué decir de tan inmerecida deferencia?
La verdad, el pasado en la isla se nos muestra como en un tubo de pantalla de Krim que está ya al fundirse. Si no te acordabas de cuando te abordé mostrándote la foto de Silvio en el forro plástico del carné de identidad, yo había borrado por completo aquello del homenaje a Nazoa y la agenda soviética.
Lo cierto es que, aunque entramos en años distintos a la escuela de teatro, debió ser porque estabas adelantado (así me pasó en el ISA con tu prima Milys, la más jovencita de nuestra aula, que entró al preescolar con cuatro años), pues apenas nos llevamos unos pocos días de nacidos. Con ese nexo astrológico es comprensible que seas buena onda con este viejo amigo, chama, gracias.

Unknown dijo...

Oye, yo me acuerdo de ese filme, hace una bola de años, miren al gran Miravalles en sus mejores tiempos.
Linda entrada, con recuerdos muy gratos, pero compadre, cómo vas a pensar que a lo mejor nunca sucede que vuelvan a verse. Claro que se van a volver a ver, todos vamos a volver a vernos, que trentipicones y cuarentones estamos en ventaja con las momias del gobierno, y los vamos a sobrevivir. Nos vamos a reencontrar todos, y vamos a festejar una pila de días, tú vas a ver.

DANIA dijo...

ME HA DADO MUCHA NOSTALGIA LEER ESTO. LOS RECUERDO A LOS DOS. A JORGITO CON SUS GAFITAS DE LENNON Y A CAMILO CON EL PELO LAAAARGO, MUY INTELIGENTES LOS DOS Y ERA VERDAD QUE SE PASABAN EL DIA ENTERO EN LA BOBERIA DE SILVIO. QUE LINDA EPOCA. ME ALEGRA QUE SEAN LO QUE SON HOY. LOS ADMIRO MUCHOY ME LLENA DE ORGULLO HABER COMPARTIDO CON USTEDES AQUELLOS TIEMPOS QUE COMO DECIAN EN SAN NICOLAS DEL PELADERO, NO VOLVERAN. CAMILO NO SE SI TE ACUERDAS DE UNA MAQUETA PARA UNA ESCENOGRAFIA QUE HICISTE QUE CALIXTO MANZANARE TE DIJO, ES UNA GENIALIDAD, PERO HAY QUE HACER UN TEATRO ESPECIAL PARA ESO. JAJAJAJAJAJAJAJAJ. UN ABRAZO GRANDE.

Milvis López Homen dijo...

Mi mejor amigo y mi primo querido, qué lindo despertar... Me recuerdo uno de esos conciertos de Silvio en el prado del ISA, con el escenario de espaldas a la Facultad de Artes Plásticas. Yo, con el uniforme de becada y con la certeza que estudiaría en ese Instituto. Fue mi primote adorado quien me inculcó el amor a Silvio, custodiando todos sus discos en mi casa, los de Silvio de propiedad de Camilo... Sí, me recuerdo la pasión del Wicho por Nogueras... Queen, Beatles, y de su enérgica adoración a Virgilio Pinera...y bueno, lo demás es historia... los quiero tanto....

SL dijo...

Camilito, en realidad tú te ponías insoportable con el tema de Silvio o el teatro contemporáneo. El que te tratara de contradecir, estaba frito. Recuerdo que un día fuiste a un estreno en el Teatro Rita Montaner, en la salita de El Sótano, ¿te acuerdas?. Cuando volviste a la escuela te pregunté de dónde venías y me dijiste: "De un decadente viaje al siglo XIX". Guajirito y pedante, una combinación terrible para el Cubanacán de los ochenta. Te quiero.

Camilo Venegas dijo...

Milvis, nunca olvidaré de aquel compartimento que me querida tía Milvia me deció en su closet para que yo guardara toooodos mis libros de teatro y mi más preciados tesoro: ¡los long play de Silvio! Lo cómico es que en ese entonces yo no tenía tocadisco, pero como en Cuba había tanta escasez y las cosas se desaparecían de repente para nunca más volver, yo tenía miedo de que el día en que por consiguiera el aparato, ya no estarían los discos.
De esa época tengo recuerdos lindísimos en tu casa, sobre todo con tu hermana Dalgis, que era mi contemporánea y que siempre soportó todas mis malacrianzas con mucha paciencia y cariño.
Un beso, yo también te quiero mucho.

Ana Tania dijo...

¡Tantas cosas en común, Camilo! Tal parece que entre nosotros, hay una sucesión familiar; si no de sangre, sí de alma... Wichy para mí tiene un sentido personal bien cercano... Allá por mediados de los '60, cuando ambos éramos casi dos chiquillos llenos de esperanzas, estudiantes de la Facultad de Letras; tuvimos un linda -aunque breve- relación amorosa. En mi ya cercana vejez y horas de remembranzas, siempre espero preservar el recuerdo de las complicidades compartidas, la huella de su lírica y la impronta que marcó en mi vida el eterno "Cabeza de Zanahoria".

maite dijo...

Camilo, Gracias mil, por dedicarle este espacio a una de las personitas que mas quiero en el mundo, Wicho ( como le llamamos familiarmente desde que puedo recordar) es una de esas pocas almas puras que quedan por ahi... puede ser la persona mas jodedora o mas regada o tantas cosas pero a la vez es un pequeno geniecito que te deleita con su pluma y te hace olvidar que alla afuera hay un mundo derrumbandose. De buena tinta lo digo pues solia dormirme contandome historias o inventandome cuentos desde que tenia que se yo ... como 8 o 10 anos. Gracias a el, me presento tu blog.... me recordo tu existencia y alguna que otra vez que nos vimos alla por los conciertos... en fin.. Hace 7 largos anos que no nos vemos pero gracias a la tecnologia y a la conexion espiritual que tenemos nos mantenemos en contacto diario.... Gracias por querer a mi hermano.
Un beso
Maite

Alejandro Aguilar dijo...

Muy bueno tu último post en El Fogonero... Cómo librarse de esa carga de nostalgia que nos marcan los amigos de los años mozos!!! me he encontrado con gente de la EPA de Camaguey y de la ENA de los 70's y 80's y es increible el revolcón de recuerdos!!! Un abrazo, brother!!!

Wichy dijo...

La verdad, después de arrojar el guante a la cara de un infame, nada mejor que refrescar con la buena onda, la amistad y los buenos recuerdos de una isla surreal que aún está en manos de unos locos con carné, como dijera Serrat. Nuevamente gracias, mi hermano.