29 diciembre 2009

Influencia del suelo sobre el animal a través de la hierba

La llanura vacía y la noche en blanco no se comen.
André Voisin lo sabía casi todo
sobre el animal a través de la hierba,
pero nunca fue capaz de calcular
la influencia del suelo
ni la capacidad de los cubanos
para enterar huesos en el polvo.
El Tablón, La Parra y La Yaya son apenas tres
de los tantos nombres que le debamos
al autor de la Dinámica de los pastos.
En esas comunidades fantasmas
sólo unas pocas vacas pueden rumiar
la tediosa costumbre que van
colgando
los días y las noches
sobre las cercas electrificadas.

23 diciembre 2009

Campos roturados


No importa lo que hagas ni las cosas que digas.
Todos los paisajes que te rodean
tienen las mismas palabras adentro.
No importa lo que comas o bebas,
en el fondo de cada atardecer
buscarás el excesivo olor
a comino y cilantro
que tenían las sopas de Atlántida.
No importa lo que oigas ni lo que veas.
Al final todo lo que quieres tener delante
es un tren varado en una línea muerta,
los árboles que tu abuelo sembró
sin pensar en los ciclones que vendrían
y el polvo,
ese polvo pertinaz que lo borra todo
cuando las últimas tardes de diciembre
le pasan por encima a los campos roturados.

21 diciembre 2009

Tres en uno (a lo mejor para el año que viene)

En su blog Efory Atocha, Santiago Méndez Alpízar ha ido colgando los deseos de sus amigos para el 2010. Cuando me puse a elegir los tres míos, acabé redactando una lista enorme. Al tratar de hacerla lo más estricta posible, me salió este texto que le dedico a Chago por su hermosa idea

Mi abuela Atlántida mantuvo un ritual hasta la última Navidad de su vida. A las 12 de la noche del 31 de diciembre, tiraba un cubo de agua por la puerta de la calle. A esa hora, con los ojos bien cerrados, pedía tres deseos. No sé cuántos de aquellos anhelos se le cumplieron, sólo puedo asegurar que ni siquiera cuando perdió la memoria se olvidó de esa costumbre.

Desde 1995 mi madre se ha hecho cargo del ritual. Tampoco sé cuántos de sus deseos se han cumplido, pero tengo la certeza de que al menos en uno coincide con mi abuela y ese, por más que lo ha pedido, no acaba de llegar. Pido entonces que en 2010 se nos dé, por ellas y por los millones de cubanos que tanto han esperado.

Ese solo deseo contiene a todos los demás, los resume. Por eso este 31 de diciembre, cuando mi madre abra la puerta de la calle y lance el cubo de agua hacia la noche de Santo Domingo, pediré que el próximo lo pueda hacer otra vez en Cuba. Dejo los otros dos deseos en blanco para que el azar tenga espacio suficiente.

Nunca ha llegado, pero a lo mejor para el año que viene…

18 diciembre 2009

La última mujer y la próxima vuelta en redondo

Cuando caía la tarde y se perdía del todo la visibilidad en el cuadro de pelota, el Paradero de Camarones se convertía en el lugar más aburrido del mundo. A esa hora, la tienda de ropa ya estaba cerrada y el bar había sido ocupado por los más viejos y los más borrachos. Sólo dos opciones nos quedaban: esperar a que Chena abriera las puertas del cine Justo o largarnos en una guagua para el parque de Cruces.

Cinco kilómetros de cañaverales ininterrumpidos nos separaban de esa plaza demasiado pretenciosa para un municipio tan pequeño. Todos sus extremos estaban custodiados por fachadas impecables y monumentales: Un teatro con nombre de poeta, una iglesia, una biblioteca (aunque en mi época allí estaba la terminal de ómnibus), un liceo, un merendero, una fábrica de gofio y una pizzería. En el centro de todo quedaba el símbolo más importante: la glorieta donde nacía el eco del pueblo.

Como una manada de lobos, los varones dábamos vueltas sin parar en contra de las manecillas del reloj. En pequeños grupos, tratando de mantenerse a salvo, las hembras giraban a la inversa. En medio de ese “ritual”, todos nosotros nos enamoramos por primera vez y nos despedimos de nuestra adolescencia. No era nada del otro mundo, en verdad no había nada que hacer, todo consistía en ver pasar a la última mujer y en esperar una mejor suerte en la próxima vuelta en redondo.

15 diciembre 2009

Pereza

Conocí a Pereza en No sé si Baires o Madrid, el DVD de Fito. Aunque Páez los presenta allí con mucho entusiasmo, no calculé entonces que me llegaría a gustar tanto esa banda de rock & roll que se resume en dos nombres: Rubén (Rubén Pozo Prats) y Leyva (José Miguel Conejo Torres).

Hace unos días volví a encontrarme con Pereza, esta vez haciendo los coros en la primera canción de Vinagre y rosas, el nuevo disco de Sabina. Pero antes había rastreado todas sus cosas en YouTube y fue allí donde hallé su dúo con Andrés Calamaro en “Amelie”.

El sonido y las letras de Pereza, al menos por ahora, me han devuelto la esperanza. Hace ya mucho tiempo que no encontraba algo que valiera la pena y que interrumpiera mis vueltas en círculos alrededor de los mismos apellidos de siempre: Calamaro, Bunbury, Drexler, Páez y Sabina, entre dos o tres más.

Ya descubrí a Pereza, ahora faltan los sucesos y los resortes que convierten a las canciones en inolvidables, en nostalgia incombustible.

14 diciembre 2009

La revolución no tiene quien le escriba

La revolución ya no tiene quien le escriba. La Web 2.0 es el primer campo donde el régimen se ha tenido que ir a la batalla sin el respaldo de al menos dos o tres intelectuales de peso. Y eso explica por qué no le han podido sacar ni un out a sus adversarios.

La alineación del equipo Cuba en la blosgfera es más desconcertante aún que en el béisbol: Enrique Ubieta, Manuel E. Lagarde, Vladia Rubio y una docena de reporteros encubiertos, cuyas caras desconocemos y que prefieren escudarse en seudónimos tan poco originales como De Donde Crece la Palma o Yohandry.

El chancleteo incesante que se produce desde los lugares más remotos y menos pensados, ha comenzado a sacar de sus cabales al régimen. La crisis ya ha sido etiquetada: “guerra mediática”. Los adversarios ya han sido identificados: “mercenarios”, “ciberpayasos”, “vendepatrias” y un sin números de insultos que, a estas alturas del juego, se convierten en elogios.

Hace unos días, en su blog, Vladia Rubio advertía que si los blogueros cubanos "tienen como único fin de sus actos el derrocamiento de su adversario, la toma del poder, si existe una intención expresa de subversión, entonces hablamos de confrontación y del derecho de la Revolución a defenderse”.

La pregunta ahora es quién sacará la cara por ella en la blogsfera, escribiendo palabras rotas donde él no está, en la sobrevida.

13 diciembre 2009

Si hay que pisar cristales, que sean de Bohemia

Aunque no se le ocurrió a Sabina, ese es uno de los mejores versos de Vinagre y rosas, el nuevo disco del cantautor de Úbeda. El País Semanal ha publicado este sábado una hermosa entrevista (admito que intenté poner otros adjetivos, pero la entrevista es hermosa y no hay que dar más vueltas).

Hace algunos años, a la sombra de un colmado, Vianco Martínez (uno de mis hallazgos más entrañables en República Dominicana) me dijo una de sus frases más avasalladoras: “Asere, ¿tú no te has dado cuenta de que en las bachatas o la mujer no ha llegado o ya se fue, pero nunca está?”.

Después de terminar Vinagre y rosas, Joaquín Sabina llegó a una conclusión muy parecida: "Yo creo que las canciones de amor no existen, sino que sólo existen las canciones de desamor. Es cuando te deja la chica que haces una letra para cagarse en su puta madre y que la persiga toda su vida".

Para componer las letras del disco, Sabina se “exilió” en Praga con su amigo Bejamín Prado. Cuenta la leyenda que, en el cumpleaños 60 de Joaquín, mientras un mariachi tocaba algo de José Alfredo Jiménez, el cantautor le habló al oído al escritor, quien padecía en ese momento de un abandono: "Benja, no me sale nada. La felicidad doméstica está matando mi creatividad. Préstame algo de tu cabreo emocional".

El resultado de eso ya todos lo conocen y se ha convertido, en apenas unas semanas, en un doble disco de platino. De ahora en adelante sólo queda seguir oyendo las confesiones y cazar las lecciones: “Detesto la nostalgia, pero creo que los mejores materiales nacen de la memoria. Y con 60 se tiene pasado, presente y futuro. Cuando tienes 70 sólo cuentas con un pretérito estupendo. A los 50 recibes la visita de tu pasado. Mi visita fue brutal. De un día para otro. Pasé de la euforia de sentirte vivo, por haber sobrevivido, a la depresión de tener que vivir con lo que me había pasado”.

Es en momentos como ese (y como muchos otros. Ya lo dijo Marx: a cada cual según su necesidad, de cada quien según su capacidad) en que no queda más remedio que cerrar los ojos y pisar cristales… pero de Bohemia.

10 diciembre 2009

200 esbirros contra 48 damas

Las Damas de Blanco acaban de ser víctimas de un acto de repudio. La turba que las agredió gritaba los mismos insultos de siempre: “abajo la gusanera”, “vendepatrias”, “qué se vayan” y “la calle es de Fidel”. Ese tipo de manifestaciones fascista fueron instauradas por el régimen en 1980, cuando 10,800 cubanos se refugiaron en la embajada del Perú en La Habana.

Sólo dos cosas han cambiado desde entonces. Durante aquella crisis, que desembocó en el éxodo de 125,000 cubanos por el puerto del Mariel, las turbas solían lanzarle huevos a los que habían elegido emigrar. La crisis económica actual que sufre la isla hace inviable esa oprobiosa práctica. A falta de armas “biológicas”, la dictadura ha optado por multiplicar el número de agresores.

Contra la manifestación pacífica que las Damas de Blanco organizaron en la víspera del aniversario del Día de los Derechos Humanos, fueron convocados más de 200 esbirros. Ellas apenas eran 48 y caminaban con las manos llenas de flores, exigiendo en silencio la libertad de los 75 opositores que fueron encarcelados durante la primavera negra de 2003.

200 esbirros contra 48 damas. La correlación de fuerzas deja bien claro quién le teme a quién. Eso lo aprendí leyendo las aventuras de Emilio Salgari, donde los buenos siempre eran menos, pero tenían algo que horrorizaba a los malos: cojones.

08 diciembre 2009

El terror de vivir sin Luis

República Dominicana ha sufrido demasiadas pérdidas irreparables. En innumerables ocasiones, la historia y el azar se han ensañado con un pueblo que no se merecía que le jugaran tantas malas pasadas. Esa es la razón por la que aquí hay días en que el pesimismo se convierte en un catarro que se contagia a simple vista. Hoy es uno de ellos, porque habrá que acostumbrarse al terror de vivir sin Luis.

Me aprendí sus bachatas haciéndole el coro a Sonia Silvestre, en esas noches interminables en que todo termina en Casa de Teatro. Justo allí lo vi por última vez. Llegó perdidamente borracho, pero recobró la lucidez de un golpe, con solo ponerse la guitarra en ristre. Cantó “Yo quiero andar” y “Andresito Reyna”. Luego se bajó del escenario y se despidió con una frase cortante: “La vida dura dos canciones, un pote de romo o un gobierno corrupto. Elijan la opción que más les gusta”, dijo y se fue dando tumbos.

Hace ya unos años le hice una entrevista. Nos encontramos en el colmado donde se le dejaban todos los recados. Nos bebimos un Brugal Extra Viejo y conversamos durante toda una tarde. “Ya me estoy poniendo viejo y creo que es hora de velar por lo mío, por mi casa, por la finquita que me compré con el dinero que gané con los números que se pegaron y por la música que quiero componer de ahora en adelante”, me dijo ya cuando nos despedíamos.

Así de humilde era Luis Días, probablemente el músico más revolucionario que ha nacido en esta media isla desde hace por lo menos cinco décadas. Era el más talentoso y el más ingenioso, pero no supo cuidar su suerte y ya sabemos que aquí el azar no pierde una oportunidad de jugar una mala pasada.

Eso no se hace, Luis Días, eso no se hace.

Círculos viciosos

En su columna de hoy en El País, Fernando Savater recuerda que John Dewey propuso una salida para la regeneración de la filosofía: “en lugar de dar vueltas exclusivamente a los problemas de los profesores debe interesarse por lo que inquieta a los humanos en general”.

A muchos intelectuales cubanos les sucede algo parecido. Se han elevado tanto en la búsqueda de ideas, reflexiones y metáforas sobre la nación, que han perdido de vista a la masa que la conforma. De ahí que Rafael Hernández definiera los debates y las preocupaciones que emergen en los blogs y las redes sociales como un vulgar chancleteo.

Cuba está sumergida hoy en la peor crisis de su historia. Nunca antes la economía del país se había depauperado tanto. Donde quiera que se mire se halla el mismo panorama, todas las fotografías son una misma imagen repetida hasta el cansancio: tierras baldías, industrias inoperantes, ciudades en ruinas y gente hastiada, sin la más mínima esperanza en los ojos.

A lo mejor eso ayudaría un poco a la regeneración de Cuba: más chancleteo y menos círculos viciosos.

El hijo de Guillermo Tell prefirió poner la manzana en la cabeza de su amiguita

A finales de los años ochenta y principios de los noventa, el pequeño apartamento de Puchi Fajardo (hija de Piti, el comandante) se convirtió en un inmenso refugio para un montón de jóvenes creadores cubanos. Músicos, poetas, pintores, filósofos y algún que otro nuevo loco, nos reuníamos allí semana tras semana a compartir nuestras cosas y, sobre todo, a imaginarnos el futuro de Cuba.

Algunos parroquianos eran más constantes que otros, pero a la hora que fuera y el día menos pensado, uno siempre se encontraba allí con Kiki Álvarez, Omar Mederos, Bladimir Zamora y Carlos Varela. Con la ayuda del peor de los rones y la abulia de una Habana que empezaba a hundirse en el Periodo Especial, aquellas jornadas se extendían más de la cuenta.

Cuando leí las declaraciones más recientes de Carlos Varela sobre nuestro país, sobre Estados Unidos y sobre Yoani Sánchez, recordé muchas historias de aquella época en que ninguno de nosotros, en ninguno de aquellos ejercicios de adivinación, ni siquiera llegó a sospechar lo que en realidad acabó ocurriendo.

Respeto mucho lo que piensa Carlos, por el cariño con el que recuerdo los años duros y por la compañía que me han dado sus canciones durante todo este tiempo en que no he podido volver a La Habana. Sé que Carlos no sería capaz de decir nada que en verdad no piense. Quizás es por eso que lamento tanto que el hijo de Guillermo Tell prefiriera poner la manzana en la cabeza de su amiguita.

02 diciembre 2009

Malecón

En Veracruz el mar, aún en verano, parece una tarde de invierno.

Tres mujeres avanzan sin mirar sobre la luz de las estrellas,

tres mujeres vestidas de blanco

que bailan descalzas un danzón a destiempo.

No les preguntes sus nombres,

no les digas nada que pueda distraerlas.

Déjalas que bailen,

déjalas que le digan su pesar a la oscura marea del Golfo.

En Veracruz los danzones se oyen en la tarde, aun en verano

siempre parece que es de noche.

No digas nada que pueda distraerme,

el camino de regreso empieza cuando se acabe la música,

tres mujeres vestidas de blanco,

tres mujeres que nunca tendrán nombre

no podrían convencerme.

No digas nada que pueda distraerme, del otro lado del mar estoy yo,

esperándome.

01 diciembre 2009

Tríptico del Monumento de Mal Tiempo


I.
Piedra a piedra,
unos pasos más allá
del sitio donde
en verdad
ocurrió el combate,
el monumento
cede a la tremolina
y
se
desmorona.

El antiguo polvo
se esparce
sobre la tierra vacía
para que los muertos
se sigan muriendo.

II.
Los huesos sin nombre
detrás de un vidrio empañado.
Los nombres desnudos
delante de las cenizas anónimas.
La tarde inundada
por el aguacero
que cayó horas después,
durante la noche más larga
del siglo pasado.

La madrugada que sobrevino
cuando los huesos,
los nombres, el agua
y todas las cenizas
se convirtieron
en un botín de guerra:
150 fusiles máuser,
60 rémington,
6 cajas de municiones,
los caballos de los oficiales
y de la tropa,
las acémilas,
los equipos, el botiquín
y la bandera*.

III.
Ahora esto no es un obelisco,
ni el potrero
que se nubló
de espanto
cuando aquellos
negros en harapos
gritaron “¡Viva Maceo!”.
Tampoco el fortín
donde nuestros
antepasados
se rindieron
a las cuchilladas
y el arbitrio del vencedor.

No calamos las bayonetas
ni tocamos a degüello,
solo escapamos,
cañaveral adentro,
hasta estar seguros
de que nadie nos veía.
Para que te quitaras la blusa
grité “¡Al Machete!”.
Un tren de caña pasó pitando,
como si anunciara
al mundo pacífico
nuestro desastre en Mal Tiempo.

Nunca pude decir
si caímos junto a los héroes
o del lado de los cobardes.


*Miró Argenter, José: Crónicas de la guerra. Editorial Letras Cubanas, 1981. Pág. 210.