28 febrero 2010

Un pelea cubana (en vano) contra la web 2.0

El Granma reaccionó tarde a la muerte de Orlando Zapata Tamayo. En verdad el diario oficial del Partido Comunista de Cuba hubiera preferido no tener que dar la noticia. Contaba con una excusa para ello. La inmensa mayoría de la población cubana es sometida a un apagón cibernético, su único acceso a la información, fuera de los medios oficiales, es a través del boca a boca, ese recurso al que tanto apelan los mercadólogos de hoy en día.

Pero los pocos cubanos que se las ingenian para acceder a la red, lograron un increíble efecto multiplicador de la noticia. De nada valió que se reprimiera a los opositores para que no asistieran al sepelio de Orlando, poco importó el cerco sobre Banes, ni siquiera que a los corresponsales extranjeros se les impidiera viajar al Oriente del país. La muerte del prisionero de conciencia estremeció al mundo y se convirtió en una condena silenciosa pero contundente contra el oprobioso régimen.

Enrique Ubieta Gómez fue quien se prestó para ofrecer la excusa oficial: era un delincuente, no un héroe. En verdad se hace muy difícil oponerse al fidelismo sin perder la honra en el intento. De una manera o de otra, los perseguidores cubanos se las ingenian para hacer mella en la dignidad de su oponente, para descalificarlo ante el mundo. Justo un “amigo” de Ubieta “se tomó el trabajo de revisar la gran prensa digital, para definir el origen de la campaña mediática contra Cuba, a propósito de la muerte de Zapata Tamayo”.

Según Ubieta, “el resultado es revelador; de 100 titulares de prensa en el mundo referidos a este suceso, 93 proceden de dos países: España (52) y Estados Unidos (41). En el caso de España, de esos 52 titulares, 14 pertenecen a El País, 12 a El Mundo y 12 a ABC. Los restantes se distribuyen en otros nueve medios. En Estados Unidos, de los 41 titulares, se publicaron 24 en la prensa hispana (11 de ellos en El Nuevo Herald y 7 en el Diario de las Américas) y 17 en la anglosajona, repartidos en 5 medios, aunque solo en The Miami Herald aparecieron 11”.

Después de ese pormenorizado desglose estadístico, digno de Pestana (el mítico personaje que contabiliza la historia del béisbol cubano hombre a hombre, acción tras acción), Ubieta hace una advertencia: “No incluimos en esta lista, por supuesto, a los blogs” (ni Facebook, ni Twitter, agregaría yo). Eso explica la inutilidad de su ejercicio anterior. Él, como el gobierno que le mueve como a una marioneta, no entiende que el impacto de la Web 2.0 solo es comparable con la revolución industrial.

El texto de Ubieta que el Granma publicó, antes había sido posteado en su blog. No hubo que cambiarle ni media palabra, fue escrito en la misma horma, esa que ignora cuánto han cambiado las comunicaciones en los últimos 5 años. Los mercadólogos actuales apuestan a las redes sociales por encima de los medios tradicionales. El Gobierno cubano (y con él el inefable Ubieta) apuestan a las reglas del juego que estaban vigentes cuando sus líderes (hoy octogenarios todos) ascendieron al poder. Eso explica por qué están perdiendo también la batalla mediática.

24 febrero 2010

Orlando Zapata Tamayo

El 25 de mayo de 1972, cuando Pedro Luis Boitel murió tras 53 días de huelga de hambre en la prisión del Castillo del Príncipe, en La Habana, prácticamente nadie se enteró del crimen. 38 años después, el 23 de febrero de 2010, la noticia de la muerte de Orlando Zapata Tamayo recorrió el mundo en apenas unas horas, provocando un repudio unánime por sus asesinos. Orlando sucumbió a 85 días de huelga de hambre sin que sus verdugos le reconocieran como un prisionero de conciencia.

La muerte de Orlando se produjo mientras Lula Ignacio da Silva permanecía en La Habana, tratando de ofrecerle un espaldarazo de despedida a la dictadura. El presidente de Brasil volverá a su país con ese peso en su conciencia. Su deuda política con Fidel le impidió ser respecto a Cuba el estadista abierto y consecuente que fue en su país.

La muerte de Orlando Zapata Tamayo, hasta ahora, no ha sido anunciada por los medios oficiales cubanos ni ha generado el más mínimo comentario en los blogs y páginas web de los pocos corifeos que aún dan la cara por el régimen. Pero ese oprobioso silencio ha recibido como respuesta incontables manifestaciones de miles de cubanos en todo el mundo.

En una entrevista que Yoani Sánchez le hizo a la madre de Orlando, minutos antes de que las autoridades le entregaran los restos de su hijo, Reina Luisa lo único que esperaba era tener valor para poder vestirlo y llevarlo hasta la casa número 6 de la carretera Embarcadero, en Banes. “Quiero velarlo delante de mi altar”, dice resuelta. El recorrido por toda la isla de esa mujer sola con el cadáver de su hijo es un símbolo demasiado grande para una tiranía tan empequeñecida.

19 febrero 2010

La Habana divina del Infante difunto

Miriam Gómez, la viuda de Guillermo Cabrera Infante, acaba de confesar que le temía a su marido cuando escribía: “Se desnudaba y sólo la luz de su lámpara le calentaba. Me aterraba saber qué podía contar”, dice la vieja actriz, que aún vive en la casa de Gloucester Road, en Londres, donde el escritor cubano pasó el resto de su vida.

Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores pondrá en circulación la semana próxima las casi 600 páginas que conforman Cuerpos divinos, un libro que, según su propio autor, no es una novela sino una prolongación de su memoria y de los años más felices de su vida, aquella Habana que duró una década y unos pocos años entre los 50 y los 60 del siglo pasado.

Elsa Fernández-Santos entresaca hoy, en El País, algunas frases y un par de párrafos de Cuerpos divinos. Escojo uno: “Las revoluciones son el final de un proceso de las ideas, no el principio, y es siempre un proceso cultural, nunca político. Cuando interviene la política -o mejor los políticos- no se produce una revolución, sino un golpe de Estado, y el proceso cultural se detiene para dar lugar a un programa político. La cultura entonces se convierte en una rama de la propaganda. Es decir, las ilusiones de la cultura, el sueño de la razón, se transforman en pesadilla”.

Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores prepara en estos momentos, bajo la dirección del cubano Toni Munné, las obras completa de Guillermo Cabrera Infante. La edición, que incluye papeles, notas y cuadernos inéditos, será presentada en el próximo otoño (una estación que no existe en La Habana).

Cuenta Fernández-Santos que Miriam Gómez dice que su marido “le pidió que cambiara los nombres falsos que había puesto en el libro una vez que las personas de las que hablaba hubieran muerto. Sólo la gente que él despreciaba seguirá con seudónimo". Sólo con Fidel Castro, que es uno de los seres más repelidos por el escritor, la regla tuvo una excepción y el dictador es llamado por su nombre y apellido.

Guillermo Cabrera Infante publica con más regularidad desde que se fue de este mundo, pero, así en la vida como en la muerte, la Habana divina (ese personaje que, al menos para él, murió a principios de los años sesenta) sigue siendo el protagonista de todas sus páginas.

17 febrero 2010

Un viaje a Villa Berta

Desde que hice pública la idea de Margarita García Alonso de acopiar en El Fogonero la palabras que a cada quien se le ocurrieran sobre la estación de ferrocarril que más o mejor recuerda, he recibido muchísimas contribuciones. Todos los textos que ya han llegado y los que están por llegar serán publicados en un dossier que preparo con mucho entusiasmo. Pero no pude resistirme a la tentación de ofrecer como anticipo un email que me envió Fefé de Diego con un poema de su padre, Eliseo, y varias fotografías del entorno de Villa Berta, la antigua casa donde vivió el poeta con su familia en Arroyo Naranjo.

Camilo:

Leímos el correo, no sé si Lichi o yo podamos escribir algo, trataremos. Lichi ya se tiene que ir, antes del 28, no pueden hacerle más prórrogas, yo trataré de irme con él, si logro la visa a tiempo, el jueves 25.

Hay un documental sobre papá, no sé si el de Denti, donde él aparece en esa estación, tengo que volverlo a ver, se llama Las cuatro estaciones de Eliseo Diego. Papá escribió una décima muy linda, en Por los extraños pueblos, sobre los trenes. De niño, él quería ser maquinista de un tren. En varias entrevistas habla de ese tren, que pasaba justo al lado de nuestra casa y que, efectivamente, él montó de niño para ir de Arroyo Naranjo a la ciudad.

Tenía dos apeaderos cerca de casa, Cambó y Llansó. Cambó se lo puso el abuelo materno de papá, Eliseo Giberga, el autonomista, porque él vivía frente al paso del tren, que era como por un barranco, y construyó un puente de hierro, que todavía está ahí (deja ver si encuentro una foto reciente) para poder atravesar el barranco.

Cambó se llamaba el pueblito donde vivió durante su exilio, cuando la guerra, creo que fue en Suiza. Llansó se llamaba así por un asilo de ancianos que había en el pueblo, Asilo Masónico Llansó. En un libro que escribí en 1993, El reino del abuelo, menciono el paso de ese tren (el libro trata sobre mis recuerdos de infancia de la casa de Arroyo Naranjo).

El tren hace años que ya no pasa, después que, por el paso de un ciclón, se cayó el puente de Calabazar. Bueno, deja ver, son muchos recuerdos. Te copio la décima de papá y el fragmento de mi libro.

Un abrazo grande

Fefé

pd: ¡Tenía varias fotos del tren y del puente, no lo recordaba!

LOS TRENES

¿A dónde han ido los trenes

llenos de fama y poder,

cuya elocuencia fue ayer

la gloria de los andenes?

Cuando por la tarde vienes

cruzando el año perdido,

¡cómo extrañas el silbido

anhelante, noticioso,

que desdeñaba el reposo

y majestad del olvido!

Eliseo Diego (La Habana 1920- Ciudad de México 1994)

XVIII

El caminito de palmas estaba entre el descuidado bosque de mangos y el primer recinto, a la entrada, que tenía siempre un césped bien cortado, rodeado de flores y mantos. La pequeña escalera de piedras, al final del caminito, escoltada por dos tinajones camagüeyanos, interrumpía el antiquísimo muro de ladrillos que dividía al jardín en casi dos mitades iguales, pero a distinto nivel. Alrededor del muro encontrábamos fragmentos de vajillas españolas, imágenes religiosas, fósiles de caracoles, restos de la hostería o del convento que, según abuelo Constante, había existido antes de la casa. Después, el bosque de pinos, con la fuente rodeada de embelesos y campanitas. Al lado, un poco a la derecha, la otra fuente, con la estatua de la elegante señora y su cántaro. Arriba, más pinos y arecas, junto al pozo. Por todas partes mangos, guanábanas, anones, zapotes, ciruelas. Al fondo, el gallinero-cobertizo en el que abuelo, muchos años antes, guardaba su caballo. El tenebroso matorral, húmedo y lleno de telarañas, en la curva, al borde de la carretera. El tren estremecía la casa a su paso por el barranco y asustaba a las palomas, que buscaban refugio en el alto techo de tejas rojas.

Fefé de Diego

VILLA BERTA DESDE EL PUENTE

Los techos que se ven al fondo son los de Villa Berta (el de la izquierda) y el del estudio de papá, en los altos del garage. Nuestra casa nunca tuvo aire acondicionado, nos fuimos de allí en 1968, y tenía un portal, muy lindo, que en la foto del 2007 no aparece. El techo era de tejas rojas... Justo abajo, al lado de la casa, estaba el barranco y el paso del tren. La foto está tomada desde el puente, frente a la casa de Eliseo Giberga.

Fefé

Un busto sin nariz

El post “Mis azares no son tus causas” ha provocado una extraña controversia donde, como pocas veces, se han unido los dos extremos de la reacción cubana. Las airadas respuestas que han enviado las más recalcitrantes criaturas de ambos bandos, son una eficaz ilustración del viacrucis al que ha sido sometida la figura martiana. Al busto de Martí de la escuela del Paradero de Camarones le falta la nariz. Es el mismo de mi infancia. Solo que ahora está de espaldas a la trayectoria del sol (lo movieron cuando construyeron una poceta de ladrillos para que pudiéramos echarle flores a Camilo Cienfuegos. No hay ríos en mi pueblo). Es muy probable que esa cabeza de yeso, embadurnada con cal viva, fuera la primera en enseñarme lo caricaturesca y vana que puede ser la adoración incondicional. Cuando estaban ensamblando la estatua de Martí que presidiría la Plaza Cívica (Plaza de la Revolución desde 1959), apuntalaron la cabeza por los ojos para que no se fuera de boca. La foto de ese momento del proceso de trabajo adquiere hoy un significado que en aquel momento no tuvo. Eso pasa cuando a las cosas se le endilgan más significados de los que realmente tienen. Leo a Martí a menudo, pero no como un Apóstol ni como un héroe o como un autor intelectual de nada, lo leo como leo a los escritores que más me gustan. Solo así es que puedo disfrutarlo, alabarlo, refutarlo o negarlo. Si lo viera como un objeto de culto no me serviría de nada, pues se convertiría en un busto sin nariz, en una cabeza con dos estacas clavadas en los ojos.

Desde su inxilio gaditano, Mabel Caballero me ha enviado una suerte de posdata para este post. Con Mabel compartí, en el ya lejano 2000, mesa de trabajo en la redacción de El Caribe. Ella me enseñó casi todo de lo poco que sé de periodismo; yo, si acaso, le inculqué alguna de mis pasiones literarias.

AQUELLOS OJOS VERDES

José Martí se pasó semanas con los ojos inyectados en spray. Algún gracioso, que seguro que no había leído "Los zapaticos de rosa" (o tal vez porque lo había leído) le roció la mirada con una espuma verde. A mí me parece que le quedaba bien ese aire de zombie. Libre ya del líquido fosforito, ahora luce excrementos de paloma. Es inevitable. Pasa allí muchas horas sin moverse.

Martí duerme en Cádiz al lado de un árbol enorme y de otra estatua, la de Juan Pablo Duarte, que aún está entera. El día menos pensado, con tantas horas que pasan a solas, se harán amigos.

Mabel Caballero

13 febrero 2010

Mis azares no son tus causas

El 28 de enero, al menos en República Dominicana, lo celebraron a mediados de febrero. Muchas causas y no pocos azares lograron que el cumpleaños del apóstol rebotara una quincena más allá. Dos o tres cubanos, que conservan intacto un patriotismo envidiable, lanzaron la convocatoria y algunos pocos acudimos. En mi caso y en el de Luis González Ruisánchez, además de nuestra presencia, aportamos sendos textos dedicados al Martí más creíble, a ese ser humano que aún hoy nos impulsa.

Cuando me cedieron la palabra, tuve la mala idea de ser honesto. Confesé que “Los zapaticos de rosa” me parecía uno de los textos más ridículos de la poesía cubana. No hablé de otras creaciones martianas que, a mi juicio, también son funestas; pero el solo hecho de mencionar ese poema que, en nuestro caso, es además un sufrido “catecismo”, provocó la ira de algunos de los presentes y, en particular, de un educador que al final acabó retirándose del sitio.

Cuando llegué a República Dominicana, Rita Ginebra me habló del colegio Amador. Se trataba, me dijo ella, de una escuela (siempre he preferido ese término al primero) propiedad de un exiliado cubano. La idea de que Ana Rosario continuara sus estudios entre compatriotas me entusiasmó y con esa ilusión fuimos donde el dueño. “Aceptaremos a su hija con mucho gusto, pero ustedes deben entender que necesitamos a cubanos que cooperen con la causa”, reclamó el individuo.

No se le preguntó cuál era su causa, simplemente dimos la espalda y nos largamos. Afortunadamente, Ana Rosario ha tenido la oportunidad de recibir una enseñanza de calidad en República Dominicana, sin que se le pidiera nada a cambio que no fuera su compromiso con aprender para después ser útil en algo. Muchos creyeron que fue un exabrupto de mi parte decirle al tal Amador que poco me importaba lo que él pensaba de mis ideas. Para mí, fue una cuestión de principios. Mis azares no son sus causas. Me fui de Cuba huyéndole al fascismo, tratando de que Ana Rosario estuviera a salvo en un lugar con salida al futuro.

Eso no se negocia, ni con él ni con nadie.

De Le Havre hasta Arroyo Naranjo

La idea se le ocurrió a Margarita García Alonso, una creadora cubana (escritora, pintora y viajera) que ha deambulado por estaciones de medio mundo (incluyendo las de la estepa siberiana). El primer viaje de Margarita fue en el tren de Hershey, cuando huyó con un Moro que solía dedicarle poemas a la primera muchacha que encontrara a su paso, ya fuera en París, en Banao o en Limonar.
“Escribiendo esta respuesta he tenido una premonición, diría una idea para ti, hazla, por favor, escribe un libro, invita a tus amigos, cada uno escribe quince líneas poéticas sobre su estación, conduce ese tren entre gallinas y no me dejes fuera. Cada uno que nombre su tren, gare, silbido de locomotora…”, me sugiere Margarita.
Más de una vez he confesado que pierdo muchísimo tiempo registrando todos los rincones de Internet en busca de fotos de estaciones y trenes cubanos. Parecería una locura, pero he tenido muchísimo éxito en mis expediciones. Gracias a eso, incluso, he logrado volver a edificios que ya los ciclones han borrado (como la estación de Guareiras) y a otros donde los trenes ya no llegan (como la de Consolación).
Justo cuando recibí el mensaje de Margarita, acababa de encontrar una foto de la estación de Arroyo Naranjo. Siempre que la guagua pasaba por el costado de ese lugar, perdido en una inexplicable manigua en plena Habana, recordaba a Eliseo Diego. Era inevitable. Ese era el camino a su quinta. Con toda seguridad él y su familia empezaron o terminaron un viaje en ese andén.
Por eso quiero que si Lichi Diego lee este post, se convierta en el primer pasajero de esta idea. Lo invito a subir a bordo de este tren que salió ayer de Le Havre y que, si él quiere, puede detenerse por unas quince líneas en Arroyo Naranjo. Como son muchos vagones, no hay necesidad de lista de espera ni reservación. Junto a Lichi, puede subirse todo el que quiera, sólo tiene que elegir una estación e inventarse un viaje.
¡Pasajeros al tren!

11 febrero 2010

Me acabo de bajar del Transiberiano

Hoy se me cumplió uno de mis sueños más viejos. En una de las aulas de la escuela rural Conrado Benítez había un planisferio. En aquel mapa político del mundo, los 9.288 kilómetros del ferrocarril transiberiano cubrían casi un metro de pared. Sobre la extensión bañada en rojo de la Unión Soviética, avanzaba una línea gruesa y serpenteante desde Moscú hasta Vladivostok.

En el recreo, mientras El Chiqui, El Cabilla, El Venao, Cabeza de Puerco, Tito el Bobo y Agamenón se iban para el patio a jugar pelota, yo solía quedarme explorando aquella superficie. La “b” de Cuba cubría desde Camajuaní hasta Palmira, dentro de esa mancha estábamos nosotros, los mil y pico de habitantes del Paradero de Camarones.

Mirara para donde mirara, por lo regular acababa señalando con la punta del dedo aquel trayecto. En una revista Spuknik, había descubierto que el transiberiano usaba la misma locomotora que el tren de Cienfuegos a Santa Clara. De manera que no me era difícil imaginar el sonido del largo viaje a través de dos continentes, 12 regiones y 87 ciudades.

Sin embargo, debo admitir que lo que viví hoy, desde una ventanilla de Google, no se parece tanto a lo que tenía en la cabeza. Es verdad que ya no existen ni el país por el que yo quería viajar ni el niño aquel, pero aún así me imaginaba la salida Moscú, el río Volga, el lago Baikal y la llegada a Vladivostok de otra manera.

Solo el cielo me pareció reconocible, siempre supuse que tendría ese gris que permanece durante todas las horas de video. Me acabo de bajar del Transiberiano. Ahora solo espero que otros sueños se me den con la misma facilidad que este… en apenas un clic.

10 febrero 2010

Cambio de dirección

Supongamos que los gobiernos de Cuba y Venezuela no nos están mintiendo. Imagínense que el motivo del viaje que Ramiro Valdés hizo a Caracas era, en verdad, para ayudar a Hugo Chávez a encontrar la solución de la crisis energética que sufre ese país y no, como todos sospechamos desde el primer momento, para afinar las técnicas represivas contra la ya incontenible oposición.

Seamos optimistas y celebremos ese cambio de oficio del afamado perseguidor cubano. Es más, veamos cómo esa experiencia podría extenderse a otros individuos. Imagínense que Manuel Enrique Lagarde, en lugar de pasarse el día entero cayéndole atrás a Yoani Sánchez, invierta ese tiempo en denunciar a los ministros corruptos y a todos los individuos que sujetan la rueda de la economía cubana para que no se mueva “ni un tantito así”.

Cierren los ojos por un momento y vean a un Enrique Ubieta que por fin ha entendido la importancia de las redes sociales y, en lugar de hablar tantas sandeces de Twitter, se ha convertido en el principal promotor del derecho de todos los cubanos a tener un libre acceso a internet. Supongan a un Miguel Barnet que dejó de pasear por el mundo con sus perros de peluche y ahora defiende con devoción el derecho de todos sus compatriotas a viajar con libertad y a regresar a su patria cuando quieran.

No es tan difícil. Bastaría con un cambio de oficio o, al menos, de dirección en las intenciones. Esas pequeñas acciones contribuiría a ponerle freno a la caída libre de Cuba hacia la edad de piedra, ayudarían a que el país comenzara a ascender, poco a poco, hacia un siglo XXI donde por lo menos una promesa se nos haga realidad.

08 febrero 2010

Las canciones que me llevarán hasta allí

En las próximas semanas, tres individuos que suelen hacerme compañía cuando viajo en Perla Negra (Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat y Jorge Drexler) presentarán sus más recientes trabajos discográficos. Una de las cosas que más extraño de mi antigua camaradería con Tommy la Culebra, es justamente esa, la obsesión que compartíamos por tratar de conseguir lo antes posible esas obras que renuevan el arsenal sonoro de nuestros vehículos.

Segunda cita, el nuevo disco de Silvio, es el que menos me entusiasma de los tres. Por culpa de los adelantos que el propio trovador ha hecho, ya conozco todas las letras y algunas de ellas, francamente, son decepcionantes. Aunque el texto es solo el 50% de una canción, lo que se dice ahí no me moviliza ni me toca. Pero eso no quiere decir nada. Buscaré el disco y lo compraré en cuanto lo tenga a mano. Diga lo que diga y cante lo que cante, Silvio es una de las cosas de mi país de las que nunca podré prescindir.

Hijo de la luz y de la sombra es la forma que le dio Joan Manuel Serrat al cumpleaños número cien del poeta Miguel Hernández. Al igual que Silvio, Serrat hizo pública una carta donde adelanta el contenido del disco y las razones que tuvo para hacerlo. Esta obra, según el propio cantautor, “es una prolongación del disco que apareció en 1972 y también un complemento”. Falta averiguar si conserva la frescura, el ingenio y el sabor a obra maestra de aquel.

Amar la trama es la prueba de que, tratándose de Jorge Drexler, todo se transforma. El nuevo disco del cantautor uruguayo fue grabado en vivo en un estudio de televisión y en presencia de algunas decenas de testigos. Según uno de esos elegidos, el autor del blog Rosas & Mosquitos, los doce temas contienen “un sonido diferente, más luces que sombras, vientos por doquier, percusión de altos vuelos y los toques personales del universo Drexler”.

No he oído ninguno de los tres discos, pero desde ya puedo asegurar que el de Drexler será el que más sonará dentro de Perla Negra. Todo está en saber armar la trama.

Caracas es más insegura que Bagdad

La violencia callejera se ha cobrado, en los últimos 10 años, la vida de 150,000 venezolanos. Esa cifra es superior a las bajas combinadas de civiles y militares en la guerra de Irak desde el 2003. Todos los días la prensa actualiza el conteo de víctimas por atentados en Bagdad. De los caídos en Caracas, sin embargo, poco se dice. ¿Cuándo un millar de muertos es noticia y cuándo no? Lo increíble es que en la capital venezolana, a pesar de que Hugo Chávez habla sin parar de cañones y beligerancias, aún hay paz.

El 2010 será un año muy duro para la economía venezolana. El uso festinado de los 3 mil millones de dólares que ha recibido el país, ha provocado una inflación que podría superar este año el 50%, algo inaudito si se toma en cuenta los altos precios que ha mantenido el petróleo en los mercados internacionales. Pero todas esas adversidades no parecen amedrentar a Hugo, quien luce cada vez más poseído por la egolatría y el disparate.

Ayer, en su programa Aló Presidente, caminó rodeado de acólitos por la plaza Bolívar. Con mirada de prócer, señaló una de las casas que rodea el sitio y recordó que allí había vivido Simón Bolívar en su juventud. Cuando se enteró de que ahora estaba ocupada por varios negocios privados, reaccionó tajante: "¡Exprópiese!", dijo sin detenerse ni por un segundo, inapelable.

Mañana las autoridades del municipio le darán curso al mandato de Chávez. Donde ahora hay tiendas y joyerías, pronto habrá un museo. Así en los símbolos como en la realidad, en Caracas viven con más tranquilidad los muertos; ya sea un celebérrimo libertador o una víctima anónima de un asalto a mano armada.

06 febrero 2010

Mi loca bajita

Durante años traté de inculcarle mis gustos musicales a Ana Rosario. Era una cuestión de nostalgia. Cuando era adolescente, allá en el Paradero de Camarones, jugaba a adivinar danzones con mis abuelos mientras mis contemporáneos oían a Eagles o a Queen. Ellos se vanagloriaban de ser pepillos y me acusaban de cheo porque me gustaba la orquesta Aragón y Benny Moré y el Trío Matamoros y María Teresa Vera y toda aquella música que no me correspondía, que no me tocaba, que era de otros.

En vano traté de que Ana Rosario me acompañara en mis largas audiciones de Silvio (“Papá, ya ni ese tipo cree en lo que está diciendo”, me decía). Luego, cuando logró convencerme en lo de la descreencia, hice lo imposible porque se quedara mientras oía a Fito Páez (“Oigo una canción si después tú te quedas conmigo un disco entero de Green Day”, negociaba). Lo más que logré fueron algunas frases de Sabina y dos o tres cosas sueltas de Calamaro.

Pero el día menos pensado descubrí que por fin teníamos un punto en común. Poco a poco, sin que nadie se diera cuenta, Nené se convirtió en una fanática de Serrat. Nunca me he atrevido a preguntarle por qué ni cómo. Sus razones tendrá, tratándose de Joan Manuel siempre sobran los motivos. Hace unas semanas me confesó que había escondido un disco en una tienda. Era el único que quedaba y esas eran las versiones que más le gustaban de “Mediterráneo”, “Pueblo Blanco” y “Lucía”.

Lo encontré justo donde ella lo había dejado. Cuando pagué, la cajera me preguntó de qué me reía. “De mi loca bajita”, le dije a sabiendas de que no iba a entender ni pío.

03 febrero 2010

Ramiro, el electrónico

Ramiro Valdés, el actual ministro cubano de Tecnología, fue enviado por Fidel Castro a Caracas para dirigir un equipo que hará frente a la grave crisis eléctrica que afecta a Venezuela. Desde que bajó de la Sierra Maestra, en enero de 1959, Valdés sólo ha encabezado ministerios o empresas cuya encomienda, de manera directa o indirecta, es la represión.

“Está con nosotros uno de los héroes de la revolución cubana”, dijo Hugo Chávez al anunciar la estadía del comandante Valdés y el objetivo de su misión. Lo más cerca que habrá estado Ramiro de un debate sobre kilovatios, debe haber sido a la hora de discutir las descargas que se les aplicarían a sus prisioneros.

Es cierto que la ineptitud del gobierno bolivariano ha provocado una inexplicable crisis energética en el quinto productor mundial de petróleo. Pero hay otro problema mucho más urgente para Hugo Chávez en estos momentos y es el rápido auge de las protestas masivas en todo el país.

Si en algo es especialista Ramiro Valdés, es en generar las más sofisticadas técnicas de persecución. Los órganos bajo su mando, han logrado acallar, con una eficacia casi perfecta, cualquier intento de cualquier cubano de disentir en público y manifestar su desacuerdo con la dictadura.

En la televisión cubana, a mediados de los años ochenta, pasaron Las aventuras del electrónico, una historia donde un científico soviético construía un robot a imagen y semejanza de su alumno Sergey Syroezhkibn. Al escaparse del laboratorio, el androide se encuentra con el niño que inspiró su apariencia y se desatan una serie de entuertos.

A Caracas llegó un solo individuo, pero dentro del “electricista” va escondido el robot, la máquina represiva.

01 febrero 2010

El Salmón regresa

La primera década del siglo XXI fue prodigiosa para Andrés Calamaro. “Mi decadrón”, la definió él mismo, con esa agilidad que tiene para romper y armar cualquier tipo de palabra. Todo empezó con El salmón (2000), el maratónico álbum de 5 cd's, y acabó en La lengua popular (2007), una obra estricta donde no sobra ni falta casi nada.

El cantante (2004), El regreso (2005), Tinta roja (2006) y El palacio de las flores (2006) son las otras piezas que consagraron a Calamaro como el “artista argentino de la década”. Aunque son diez años de trabajo sin parar, él se atreve a señalar en el almanaque el trecho más productivo: “Creo que mi logro indescifrable fue aquel repertorio narcótico de cientos de canciones escritas entre los primeros días del siglo y los siguientes...”, precisó hace poco en una entrevista.

Cualquier creador estaría más que satisfecho con todo lo conseguido por el autor de "Empanada de vigilia". Porque a lo ya enumerado, habría que sumar Dos son multitud (2007), un disco en vivo que grabó junto a Fito & Fitipaldis, y Obras incompletas (2009), una abundante antología que, como su nombre lo indica, aún resulta insuficiente.

Pero el pasado viernes, en su blog, Andrés anunció que ya está en “studiotimes”. No da ningún avance, no ofrece detalle alguno, apenas publica una foto (donde aparece junto a Candy Caramelo frente a una consola) y admite que, después de ensayos y grabaciones, puede confirmar que está produciendo un nuevo disco.

Así termina su post:En unos pocos meses me gustaría compartir con ustedes los contenidos de este álbum. Tomando en cuenta los últimos sucesos de la poesía... me urge...”. Así también termina el mío, compañeros de historia.