04 enero 2013

El secreto como estrategia


Una vez mi abuelo me contó sobre un tren muy raro que pasó por el Paradero de Camarones. Un día antes de su llegada, un hombre que jamás le dirigió la palabra se le sentó al lado, con los codos apoyados en la mesa del Jefe de Estación, a medio metro de los teléfonos.
En los puentes, alcantarillas y cruces a nivel también se apostaron individuos igual de silentes. Los niños que entonces tenía mi pueblo, le dijeron adiós al convoy como si fuera cargado de misteriosos juguetes. En verdad eso parecían aquellas cosas alargadas, cubiertas como esculturas sin desvelar.
Luego se supo, por una crisis que estuvo a punto de provocar el fin del mundo, que eran cohetes nucleares. Estoy convencido de que ni el maquinista sabía lo que llevaba su tren. Debió atar los cabos al ver a Kennedy, con tono amenazante, en la televisión.
Aún cuando ninguno había participado en la decisión de convertir a su país en un arsenal atómico, la mayoría de los cubanos salieron a las calles a insultar a Kruschev por haber decidió llevarse los cohetes de regreso a Moscú.
—¡Nikita, mariquita, lo que se da no se quita! —Gritaban con una explosiva mezcla de euforia con ignorancia.
La situación actual de Venezuela y la manera en que se han manejado desde La Habana los partes del paciente Hugo Chávez, me recordó aquella historia de mi abuelo en la que el secreto era la parte más importante de la estrategia.
Esta vez el mundo está fuera de peligro, pero Cuba vuelve a situarse en la misma encrucijada. Los niños que le dijeron adiós al tren con los cohetes velados, se han convertido en prematuros ancianos. El exceso de esperanza les hizo perder hasta la más mínima ilusión.
Aunque la mezcla de sus estados de ánimo ya no es explosiva, tendrá las mismas consecuencias. Al final se verán obligados a salir a las calles a gritar contra alguien, que acabará siendo el culpable de la nueva crisis que les espera si Chávez no responde a los antibióticos.

4 comentarios:

Blanca Acosta dijo...

!Que Dios te oiga! No somos prematuros, somos ancianos; yo tengo 62 annos y vivi de ninna aquella epoca, por suerte no tenia conciencia de que el mundo estuvo a un tilin de acabarse. valga que al loco lo dejaron fuera de toda negociacion; !tremenda humillacion! !Ay, estoy como Pedro Luis, haciendo decimas! :)

Anónimo dijo...

Muy buena su comparacion. Lo felicito por ser buen observador y recordar lo que su abuelo le conto y no olvide recontarselo a su nieto ya que estas son las historias que no se pueden alterar en los libros de historias modificados a la conveniencia de quien gobierna en el momento que los imprimen.

Anonimo dijo...

muy interesante su blog, lo acabo de conocer por un tweet de Yoani, ni siquiera conocía de un pueblo nombrado "San Fernando de Camarones", me puede decir si la entrada en wikipedia esta correcta? http://es.wikipedia.org/wiki/San_Fernando_de_Camarones, me gustaría dar la evaluación.

Laura Castellanos dijo...

Por un tuit de Yoani descubri este blog que me parece muy recomendable y hermoso, gracias al autor por su poesia.